![](/images/blog/g_mini_prevencion.jpg)
La prevención es la clave para vivir de forma consciente
La Organización Mundial de la Salud estima que un 3%
de la población infantil sufre depresión y representa entre el 10 y el
15% de las consultas de psiquiatría infantil. Los estudios han encontrado que
la depresión infantil se está dando cada vez a edades más tempranas.
Hay que tener en cuenta que la depresión no es un estado de
ánimo pasajero, ni una condición que desaparecerá por si sola sin el
tratamiento adecuado. El diagnóstico y el tratamiento precoz en la infancia son
fundamentales, debido a que se ha demostrado que la depresión puede aparecer de
forma más grave en la vida adulta. Es probable que pueda haber etapas en los
que el niño se encuentre mejor, pero si no recibe tratamiento adecuado, las
recaídas aparecen en cualquier momento y de formas cada vez más fuertes. Según
algunas estimaciones, la depresión pasará a convertirse en el año 2020 en la
segunda causa de discapacidad, después de las enfermedades cardiovasculares.
La depresión mayor es además uno de los principales
factores de riesgo de suicidio en los adolescentes. Según la
Organización Mundial de la salud (OMS), cada año fallecen 1,2 millones de
adolescentes de entre 10 y 19 años en el mundo por causas evitables. De
esta forma, el suicidio y las autoagresiones son la tercera causa de mortalidad
de los adolescentes en 2015, sobre todo entre los de mayor de edad. Aunque la
OMS no ofrece datos por regiones, describe que el suicidio es la primera causa
de muerte entre los jóvenes en Europa. Por esa razón OMS y sus asociados
recomiendan acciones urgentes para mejorar la salud de los adolescentes y poder
prevenir muchas muertes evitables.
Cada año entre 3.600 y 3.700 personas se suicidan en España, lo que supone 10 muertes al día, 2,5 a cada hora. Los expertos advierten que el número de los intentos es el doble. Las muertes por suicidios son 80 veces superiores a las que causa la violencia machista y duplican a las que se producen los accidentes de tráfico. Somos testigos de organizaciones que luchan por la igualdad y la protección de las mujeres. También se organizan campañas para poner freno a las muertes en las carreteras y dan resultados positivos, mientras que las muertes por suicidio van aumentando. Es necesario que se rompa el silencio y que nos esforcemos trabajando en la prevención y en la salud de nuestros niños y adolescentes.
Las personas que llegan a suicidarse en realidad no quieren morir, quieren dejar de sufrir.
Según los científicos, la etapa prenatal y sobre todo los primeros tres años son cruciales para el desarrollo de los sistemas y de los caminos cerebrales. Alrededor de la cuarta semana del embarazo empieza a formarse el cerebro del feto, creando a gran velocidad cantidad de neuronas y formando conexiones entre ellas. Son procesos importantes para la maduración y se determinan por los estímulos prenatales que se reciben y la calidad de la alimentación de la madre. Durante este periodo aparecen también los primeros reflejos.
Durante el primer año se pone la base de la inteligencia
emocional. A través de la conexión
con los padres el niño aprende a reaccionar a los estímulos de forma
determinada. Por esa razón el cariño y
la atención son primordiales. El abandono, físico o psicológico, los abusos o
los malos tratos tienen consecuencias graves y permanentes para el niño y
afectan las estructuras y funciones cerebrales. En caso de los niños
maltratados también influyen los factores genéticos en la hora de tener rasgos más
protectores o de inadaptación.
Durante todo el desarrollo del niño y el adolescente, a través
de las nuevas experiencias el cerebro
constantemente crea nuevas conexiones neuronales que determinaran la calidad de
la memoria a corto y largo plazo, el aprendizaje y el desarrollo de las
emociones. Estas vías construyen el mapa del cerebro y determinan su actividad. Es importante tener en cuenta que la infancia es un periodo exclusivo para
enseñar al cerebro a aprender o a no aprender por lo tanto las conexiones que
no se crean durante este periodo, probablemente nunca se establecerán.
A partir de los 10 años hasta los 20 se va formando la
personalidad, aunque el carácter puede ir cambiando a lo largo de nuestras
vidas. La adolescencia es una etapa crucial en la evolución del ser humano y no
debería de ser tan problemática ni dolorosa siempre y cuando el joven cuenta
con una base de educación emocional sólida y sana. En caso contrario este vacío
existencial empuja a los adolescentes hacia la búsqueda de experiencias
placenteras que ponen en riesgo su salud y bienestar.
Estamos al frente a una población más vulnerable y con menos
recursos psicológicos y herramientas de afrontamiento ante situaciones
traumáticas. No tienen herramientas para
afrontar adecuadamente acontecimientos estresantes como las rupturas, la
pérdida de seres queridos, los conflictos con allegados y amigos, los problemas
legales, financieros o relacionados con el trabajo. Tampoco deberíamos
subestimar la presión que ejercen sobre la persona los factores
sociológicos como los cánones impuestos de belleza, la falta de valores vitales
,la situación de crisis que atraviesa el país y los problemas a nivel mundial,
las escasas perspectivas en el mundo laboral, las familias destrozadas por
razones económicas etc.
Los niños y los jovenes tiene muy fácil acceso a las redes sociales, a la vida de los demás y el hecho de esconderse la identidad detrás de una pantalla y por esa razón el bullying, el ciberbullying y la violencia en general se van convirtiendo en epidemia descontrolada.
La prevención es la clave para vivir de forma consciente.
La infancia es la etapa más importante de la vida del ser
humano, durante la cual el individuo se desarrolla a nivel neurocognitivo y socioemocional.
Por lo tanto, durante este periodo se establecen los comportamientos y las
funciones y se determinan los factores emocionales y cognitivos. La memoria y
el aprendizaje muchas veces se ven afectados por el estrés, la ansiedad y la
depresión, las deficiencias nutricionales o los problemas de sueño.
La buena noticia es que gracias a la plasticidad del cerebro
y su capacidad de crear nuevas conexiones neuronales a través de los estímulos,
es posible potenciar su actividad y obtener resultados positivos. Esto es
posible creando una lista de hábitos nuevos, que incluya actividades de
relajación, ejercicios de memoria, la buena alimentación y el ejercicio físico.
Existe multitud de juegos y tareas que estimulan la atención, el lenguaje, la
memoria, y los procesos cognitivos.
El mundo necesita una revolución en la forma de pensar y
tratar la salud mental. No basta con
detectar a los problemas, ni sacar estadísticas llamativas. Hay que empezar a
tratar a las personas y sus historias personales y no percibirles como números
de expedientes. Además es necesario
mejorar el sistema de educación, dándole la importancia necesaria al bienestar psicológico y trabajando sobre la prevención.
Las palabras estrés, ansiedad y depresión marcan los tiempos
en los que vivimos. Mientras la tecnología se desarrolla a pasos gigantescos, y
fácilmente contactamos con cada punto del planeta y a la vez somos incapaces de
crear conexión sana con los que nos rodean. Con el desarrollo de las redes sociales
los padres somos cada vez menos presentes y más perdidos en la educación de
nuestros hijos.