Los hijos son nuestra creación y reflejo, son el desafío que pone a prueba la inteligencia y la calidad humana que tenemos

El desafío de ser padres y la importancia de la preparación.

¿Cómo decidimos ser padres? ¿Conocemos  la información consciente e inconsciente que nos mueve?

La vida no empieza en el instante que tomamos el primer respiro en este mundo, sino mucho antes. La historia personal de cada bebe tampoco es una hoja blanca sobre la cual escribiremos solamente nosotros. Detrás de cada madre, detrás de cada padre hay generaciones, memorias de éxitos y fracasos, de alegrías y dolor que se funden para crear  una nueva y única historia, la de su infante. La futura madre inconscientemente va creando un proyecto para  su bebe a base de su propia experiencia, anhelos, miedos y expectativas. Se lo transmite a través de cada célula  que comparte con él y cada emoción que vive, expresa o reprime.

En cada clan los parientes están unidos por lazos de lealtad que los comprometen a defender tanto el honor de la familia como sus secretos más oscuros. El karma entonces son las dinámicas que mueven los miembros del clan que podrían ser de amor y harmonía pero también de conflictos y enfermedades. El karma es el intento de equilibrar el sistema familiar, dando la oportunidad de reparar los daños y las injusticias, sacando a la luz a través de los conflictos a los secretos ocultos, con el único propósito de ser perdonados y transcendidos. La información genética se transmite a través de las células. Heredando los genes de nuestros antecesores recibimos no solamente sus rasgos físicos sino también los psicológicos, sus traumas, miedos y conflictos no resueltos.

La mayoría sabemos que existe el inconsciente, pero no conocemos sus mecanismos y como determina nuestra vida y decisiones. Pero también existe el inconsciente colectivo que se encarga de una manera diría mágica a unir las historias personales de todos los seres humanos en una energía común. Ahí, entre los mitos y las leyendas encontraremos todos los símbolos y arquetipos con los que trabaja la psique humana. Es curioso saber que las palabras mama y papa tienen la misma raíz y mucho parecido en casi todas las lenguas indoeuropeas, en chino, coreano, las lenguas quechua, hebreo etc.

La palabra embarazo tiene diferentes significados, en algunos idiomas de bendición y en la gran mayoría de castigo. En castellano se utilizan las palabras embarazada, preñada y en cinta. Aunque se trata de lo mismo, las tres tienen un significado específico. La palabra embarazada se relaciona con estorbo, dificultad, obstáculo, embargo, atasco y atadura y tiene la misma raíz que la palabra embarazoso, que se asocia con difícil, arduo, penoso, trabajoso, complicado, incomodo, molesto, desagradable y fastidioso. Por otro lado la palabra preñada se relaciona con algo que está presto a producir o engendrar, algo lleno, repleto, pletórico. Según algunos autores encinta proviene del latín tardío “incincta”, significa “sin cinturón, porque el vientre no permite ceñirse fuertemente.” También podría venir de la palabra latín “incingere”  que en italiano se asocia con rodear, faja, envolver, encerrar. Otros lingüistas creen que tiene que ver con “inciens” que entendemos como  hinchado.

En varios idiomas eslavos como el ruso y el búlgaro se usa la palabra “bremennaya”, su raíz viene de  “breme” y significa carga o castigo. También refiriéndose a una mujer embarazada en polaco, serbio, croata, bosnio o búlgaro se usa la palabra “trudna”, es decir duro y difícil.

En ingles encontramos la palabra “pregnant”. Uno de sus significados es antes de nacer, se entiende también tanto como impregnar, como obstaculizar o poner a alguien en una situación difícil.

También tenemos la interpretación de República africana Malaui. En su  idioma nativo el chichewa  utilizan tres palabras: matenda, pakati y wodwala que se refieren al embarazo como a una enfermedad y literalmente lo llaman “entre la vida y la muerte”.

En mandarín, uno de los idiomas chinos embarazada “Youxi” se compone por “you” y “xi” que  se interpreta como “tener felicidad”. Es de los pocos idiomas que da un significado positivo al embarazo.

Desde siempre el tema del parto ha sido tabú y vergüenza para muchas culturas. Igual que la palabra embarazo, el parto se percibe de maneras diferentes. Viene del verbo latino “parĕre” y se entiende como hacer, producir, preparar, reparar, equipar.  No es de extrañar el significado que se ha dado a las palabras relacionadas con ello y como marcan nuestro inconsciente colectivo. La maldición bíblica “con dolor parirás los hijos” (Génesis 3:16), está en la memoria de nuestra historia y se relaciona con el pecado y la vergüenza que tenemos que pagar.

La palabra parto también es una conjugación del verbo partir que se podría entender como separar o dividir y nos ofrece muchísimas formas de interpretar. También adopta el significado de marcharse hacia otro sitio. Claramente con el nacimiento estamos a punto de emprender un viaje que llamaremos vida.

Tanto en hebreo como en griego las palabras que se refieren al parto significan “ser madre o padre de” o “dar a luz”. Esta forma de describir el nacimiento se relaciona con la época del nacimiento de Jesucristo, pues con su llegada ilumino el mundo y abrió un camino entre dos mundos diferentes, regalando a los humanos la posibilidad de entrar en el reino de Dios y gozar de la vida eterna. El nacimiento de Jesucristo es una metáfora maravillosa del sentido de la existencia. Trayendo la luz en este mundo marca un camino de trabajo y servicio hacia los demás que deberíamos seguir los humanos. Por lo tanto la misión de nuestras vidas no es de consumir y recibir sino de  es de iluminar, aportar y servir. El hecho de que María era virgen  da de entender que la vida verdaderamente es un milagro y que la energía domina a la materia y no al revés.

Ser conscientes de la importancia del proceso desde su principio da la ventaja de preparase y abrirse hacia la nueva experiencia, no solamente para prevenir las complicaciones y las depresiones post parto, sino para ajustar las expectativas, los miedos o las creencias.

Durante las terapias se aprenden las técnicas de relajación y meditación que ayudan en la hora de  liberar miedos, captar y canalizar las emociones. También se trabajan los conflictos internos, eso ofrece por un lado la oportunidad de convertirse en observador y manejar con más serenidad las situaciones,  y por otro lado crecer a través de lo aprendido. De esta manera se entiende que educar al bebe no es marcarle un rumbo  ni cargarle con nuestras expectativas, sino acompañarle y apoyarle durante su propio viaje y aprendizaje.

Es importante también tratar temas sobre el  autocuidado y el autorespeto, guardando una parte del espacio propio cual después de ser mamas siempre se ve afectado. Se trabaja la seguridad y la confianza, se entiende la importancia de saber pedir ayuda y no alejarse de los demás.

Aunque siempre se espera y supone que las madres deben vivir el embarazo y el parto como lo más maravilloso y deseado, somos testigos de que esto no siempre es así. De hecho hay muchas mujeres que deciden no ser madres y por eso son duramente juzgadas y criticadas. Según la sociedad, la maternidad nos hace completas como mujeres.

Como hemos visto, cada uno de nosotros estamos condicionados y  por lo tanto viviremos experiencias propias y de forma particular. Está claro que el tema de la paternidad provoca contradicciones, por un lado es la una experiencia única y maravillosa, por otro lado la relacionamos con el sacrificio. Hoy en día incluso hay muchísima información y modelos de educar que confunden a los padres y les hacen perder la autoridad ante sus hijos.

Desde mi punto de vista, la maternidad debería ser vista desde otra perspectiva. Un hijo es un proyecto creativo único, no habrá ni debe haber otro igual. Es un trabajo de compromiso, perseverancia, paciencia y sobre todo autoobservacion. Para poder sentirnos orgullosos de nuestro proyecto, deberíamos abrir la mente y ver más allá de lo que ya sabemos y estar dispuestos a salir del mapa y  descubrir caminos nuevos. A través de los hijos afrontaremos los propios miedos, limitaciones y creencias y la única forma de dar buen ejemplo es saber vencerles. Los hijos son nuestra creación y reflejo, son el desafío que pone a prueba la inteligencia y la calidad humana que tenemos.